PSICOLOGÍA Y
DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
En el último
Congreso Iberoamericano de Psicología tuvimos la oportunidad de comprobar a
través de múltiples y valiosas intervenciones, el desarrollo que ha cobrado la
Psicología como Psicoterapia, Psicología Social y Psicología Política. Para
entender mejor este desarrollo es necesario caracterizar brevemente el contexto
político y social en el que han tenido que formarse y trabajar los profesionales
de estos campos.
En las dos últimas
décadas, desde finales de los '60 en Brasil, y durante los años '70 y '80 en
los demás países latinoamericanos, se ha sufrido las consecuencias del
Terrorismo de Estado, a partir de la sucesión de golpes militares y la
instalación de dictaduras sangrientas que fundamentaban su actuación en la
Doctrina de la Seguridad Nacional.
Esta nueva manera
de asumir el poder por parte de los sectores hegemónicos tiene características
particulares que lo hacen diferente de otras situaciones represivas o
totalitarias anteriores. Si bien sus ejecutores han tomado como modelo otras
trágicas experiencias como el nazismo, Vietnam o Argelia, en América Latina
surge el Estado terrorista con una cuidadosa planificación de su metodología
represiva de acuerdo a las características que tenía cada población y cuál
sería más efectiva en sus objetivos de dominación a través del terror.
Así, en algunos
países prevalecieron las desapariciones, en otros fue necesario ejecutar y
encarcelar, en otros arrasar aldeas, el destierro, pero todos tuvieron en común
la tortura, el silenciamiento, la persecución, la muerte...
Su estrategia
ideológica era destruir el tejido social, romper los lazos solidarios,
desmantelar todo movimiento popular de oposición a sus intereses y dominar a la
población, para lo cual su principal objetivo era la mente del hombre, allí se
alojaba su enemigo.
Analicemos
brevemente los efectos en la sociedad para ver con qué tenían que enfrentarse
los psicólogos.
Decíamos que el
principal objetivo era dominar la mente de sus opositores, pero también la del
conjunto, pues allí radicaba el pensamiento, el disenso, la crítica. Por eso,
la metodología represiva se orientó a generar el miedo, el silenciamiento, el
efecto siniestro, el aislamiento. Así, se desembraba el entramado social y se
inducía la idea de que pensar era peligroso y el silencio, la soledad, el
individualismo las únicas garantías para sobrevivir.
Utilizaron todos
los recursos a su alcance, desde el ejército de ocupación destruyendo
poblaciones enteras hasta la sutileza de los mensajes o propaganda por los
medios de comunicación, el conocimiento encubierto de las crueles torturas y
las muertes nunca asumidas oficialmente. Así llegaron a dominar la respuesta de
la sociedad mediante el terror en todas sus manifestaciones y se multiplicaban
las miles de personas afectadas directamente en forma traumática por estos
hechos represivos. Todo el tejido social quedaba dañado.
Obviamente,
también fueron víctimas de esta represión numerosos profesionales de la Salud,
psicólogos, médicos, psiquiatras, psicoanalistas, no sólo con el
desmantelamiento de servicios hospitalarios o centros de atención sino además
con la censura y la persecución. Muchos fueron encarcelados, desaparecidos,
muertos u obligados a exiliarse. El oscurantismo tiñó toda la
producción-científica y la enseñanza teórica oficial.
Frente a esta
situación y luego de los primeros momentos de parálisis y miedo los
trabajadores de la salud intentaron una respuesta a lo que estaba ocurriendo.
La sociedad creaba
como emergentes, intentando romper el efecto siniestro, a los organismos de
solidaridad y defensa de los Derechos Humanos. Allí se acercaron los psicólogos
y psicoterapeutas de diversas líneas teóricas, pero con un claro compromiso con
su papel de trabajadores de la salud mental y su ética profesional.
Si bien no fueron
muchos, ni pudieron lograrlo en todos los países afectados, se generó una
producción original, inédita. Ante el padecimiento de miles de víctimas, ya sea
por la represión directa hacia ellos o por ser sus familiares, las teorías
conocidas no bastaban para dar cuenta de esta realidad. Hubo que recurrir a
multiplicidad de marcos teóricos y técnicas para comprender la complejidad de
este fenómeno que se producía a nivel individual, familiar y social.
En los momentos
inmediatos posteriores a los hechos traumáticos no pudo darse siempre respuesta
terapéutica por razones de seguridad, de riesgo en la que estaba la vida de
todos, pero además por la desconfianza de los afectados hacia los profesionales
a los que se les desconocía su posición ideológica ante lo que ocurría. Por eso
fue tan importante que los psicólogos se acercaran a los organismos de defensa
de los derechos humanos para cumplir con su función terapéutica, Esto daba un
marco de confianza que posibilitaba el pedido de ayuda del familiar o de la
propia víctima por el sufrimiento que estaba padeciendo.
En cada país esta
ayuda psicológica tuvo características propias de acuerdo a la realidad que se
vivía y a las posibilidades de acción. Esto fue plasmándose luego en la
producción técnica que recién después de varios años de experiencia, los
equipos psicológicos pudieron elaborar y que dio como resultado al desarrollo
vertiginoso de la Psicología Social, la Psicología Política y la Psicología
Clínica con sus variados enfoques teóricos.
Frente a las
situaciones de «daño psíquico» que producía la metodología represiva se
comienza a caracterizar los efectos de los hechos represivos y sus víctimas
corno traumatizados extremos o afectados por la represión. Se discute si el
trauma político genera un síndrome o cuadro y psicopatológico, o, según el
enfoque sudamericano, son Personas afectadas por una situación límite originada
en lo social. Se generan problemas de conocimiento que derivan en diversas
investigaciones, se ponen in cuestión respuestas estandarizadas de los tests,
incluso los diagnósticos clásicos no alcanzan para explicar la sintomatología
presentada. Es necesario para entender y poder brindar una ayuda más eficaz,
una reformulación de instrumentos, técnicas y marcos teóricos.
De acuerdo al
origen de la producción se va variando en el enfoque teórico, también porque
fueron distintas las posibilidades de trabajo y reflexión de acuerdo a si se
hacía en la distancia traumática del exilio, desde el rol de profesionales
solidarios de países centrales, o directamente ligados a los organismos
solidarios en los propios países durante la vigencia del gobierno dictatorial.
Ineludiblemente,
se pone en cuestión el término Salud Mental para aludir a la situación de
padecimiento psíquico de las personas afectadas. Hubo que generar
conceptualizaciones nuevas para estos fenómenos psicológicos: encerrona
trágica, duelo suspendido, renegación social, adaptación paradojal, entre
otros.
Fue difícil para
los profesionales que intentaban este desafío de la atención a los afectados
hacerlo en soledad, ante el silencio de muchos colegas que no querían enterarse
de lo que estaba sucediendo. Y es que la eficacia del régimen en cada lugar
también alcanzó los ámbitos de la salud, cuyo sistema precario fue sufriendo
transformaciones, internalizando las estructuras coercitivas, siendo
reproductores de las formas de la violencia y el sometimiento. Para desmontar
el autoritarismo había que enfrentarse a la tarea de convertir la concepción
internista del hospital, cuyo eje era la enfermedad y el orden y propiciar
estrategias de prevención, pero también de reparación del daño padecido por toda
la trama social.
Una respuesta de
los trabajadores de la salud en reivindicación de su ética y como condena a los
que colaboraron con el Estado dictatorial fue el Tribunal Etico de la Salud
contra la Impunidad, realizando en Buenos Aires, el 3 de diciembre de 1987. Si
bien se juzgó la experiencia argentina contó con la adhesión de organismos
internacionales y hasta simultáneamente se celebró un acto simbólico en París.
La presencia multitudinaria de personalidades en la Facultad de Medicina fue
una masiva respuesta de dignidad de los diversos profesionales implicados con
la salud, contra aquéllos que se valieron de su saber para ejercerlo contra el
pueblo, rompiendo con los juramentos de la ética profesional.
Diversas reuniones
regionales e internacionales intentaron contribuir con su discusión a optimizar
modos de intervención y enriquecer con sus aportes e intercambios la ardua
labor con los afectados. Oficiaron de sede distintas ciudades como Montevideo,
Buenos Aires, París, San José de Costa Rica, Hamburgo, en fin, muchos fueron
los lugares en los que confluyeron luego de varios años de tarea silenciosa y
solitaria, psicólogos, médicos, psiquiatras, psicoanalistas, trabajadores
sociales, psicoterapeutas corporales, numerosos trabajadores de la Salud, cuyo
encuentro no sólo contribuyó a la reflexión, sino que además se constituyó en
tribuna de denuncia ante el mundo de las atrocidades cometidas en
Latinoamérica.
De esta manera, se
fue creando un ámbito nuevo, el de la Salud Mental y los Derechos Humanos, lo
que, entre otras iniciativas, dio lugar al proyecto de creación de una Red de
Documentación, Docencia e Investigación, a nivel internacional que sirviera
para recopilar toda la producción teórica, bibliográfica, impulsara
investigaciones, generara iniciativas de docencia en la formación de
profesionales, pero que también incluyera acciones de solidaridad en cada
ocasión en que se requiriera. Desgraciadamente, esta red tuvo una primera
experiencia de concreción de sus objetivos con una trágica información. El día
que se realizaron las primeras jornadas de comunicación a distancia entre
Buenos Aires, Santiago de Chile, Boston y San Francisco fue el 16 de noviembre
de 1989 día de la matanza de los jesuitas españoles en El Salvador, entre los
que se encontraba Ignacio Martín Baró, integrante y principal promotor de esta
red en sus orígenes y a cargo de la zona de Centroamérica. Una vez más la
realidad golpeaba a este campo con la pérdida de uno de sus más brillantes y
activos protagonistas, destacado investigador en la Psicología Social y
luchador incansable en defensa de los derechos humanos desde su lugar en la
Iglesia y en la Universidad de El Salvador.
Otra respuesta
profesional importante fue la del equipo de psicólogos chilenos que luego de
muchos años de trabajar en difíciles condiciones durante la dictadura, al
iniciarse la transición democrática lograron incluir la atención psicológica de
las víctimas de la represión en los programas de gobierno, comprometiendo al
Estado con estas consecuencias padecidas por toda la población.
También es
importante destacar que los equipos psicológicos de los organismos de derechos
humanos de Argentina lograron crear y hacerse cargo de la primera cátedra
universitaria en este tema, «Psicología, Ética y Derechos Humanos», en la
Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires.
Así, podríamos
seguir con innumerables ejemplos de la labor realizada por equipos psicológicos
latinoamericanos. El esfuerzo por dar una respuesta profesional y solidaria a
la realidad que vivían muchas veces les costó persecución, cárcel y hasta la
muerte. Sin embargo, nos queda no sólo su ejemplo, sino además sus valiosos
aportes teóricos, sus conceptualizaciones e investigaciones, su experiencia.
Han contribuido al avance de distintos aspectos de la Psicología, pero también
han contribuido a combatir el totalitarismo. Recordemos que «... el
autoritarismo se internaliza en los pueblos que han padecido el terror y el
miedo. Las sociedades que renuncian a la memoria de lo sucedido, aquéllos que
han reprimido compulsivamente sus horrores, están condenados a repetirlos...».
PSICOLOGIA Y CULTURA
No se pretende con las distintas secciones de este
capítulo agotar los temas que se tratan ni mucho menos, pero creímos necesario
recordar parte de los valiosos aportes que se redujeron desde las distintas
vertientes teóricas que generó a lo largo de los siglos el desarrollo de la Psicología,
especialmente a partir de su categorización dentro de las Ciencias de la Salud
y del Ambiente. Pudiera parecer novedoso para muchos lo anterior, así como para
otros es una verdad. Pero la verdad es que no hay “objeto de estudio” (en el
sentido de aquello que sometemos a nuestra observación y reflexión; lo que
objetivamos, tratando de despojarlo de nuestra subjetividad) que no deba ser
encarado desde alguien que mira, escucha, interpreta para mencionar solo
algunas posibles acciones desde un lugar único, rodeado de circunstancias
social y geográfica especial e influido por una historia y un contexto político
igualmente único; por lo general conflictivo; siempre movilizante.
La Psicología, como las demás ciencias, no importa aquí
que sean las “duras” o las “blandas” no puede despojarse de todo lo anterior.
Son factores que nadie puede dejar de tener en cuenta, si es que de verdad
aspira a un desarrollo teórico que se aproxime lo más posible a la verdad de lo
que se estudia. Sobre la marcha se encontrará con métodos y herramientas
elaborados por otros, para determinada situación o en épocas o lugares sin
ninguna relación con lo suyo. Y descubrirá que les son útiles para realizar su
investigación y sacar sus conclusiones. Pero otras veces deberá crear sus
propias herramientas, porque sus hipótesis le imponen tomar otras direcciones y
aceptar nuevos desafíos.
Eso creado por otros; lo que queremos investigar o
simplemente amar; el contexto en que se desarrollan nuestras vidas; lo que
decidimos hacer de una vez para siempre o lo que modificamos a cada rato, de
acuerdo al menor o mayor grado de flexibilidad que tenemos (que es personal) o
según el mayor o menor estímulo que recibimos de los que no rodean (que es
social, y que incluye lo que nos dio nuestra familia; lo que nos obligan las
leyes; lo que nuestra comunidad valora o rechaza y tantas otras cosas más que
podríamos resumir en el concepto abarcativo de patrimonio natural y cultural; todo
eso, decimos, es lo ambiental,
lo que poseemos y recibimos en el lugar
en que vivimos; ese espacio
vital que encuadra inicialmente nuestras realizaciones –más allá de
nuestras preferencias y de la Ley, incluso- y que contribuye a nuestro
desarrollo personal, y nos da elementos insustituibles que terminan
diferenciándonos total y definitivamente de los demás, pero conservando todo
de aquello y aquellos. Sino, no podríamos ser. Desde esta
definición, que rescata la vida comunitaria como marco y modelo, pero no
estereotipado ni castrante, sino como punto de partida hacia un desarrollo de
nosotros junto a otros, buscando identificarnos, individualizarnos y también
acercarnos a los otros para poder ser “yo”, surge el Psicólogo ambiental, que
se diferencia de los demás colegas solamente porque se ha puesto a pensar desde
esta posición, que es la del hombre social y contextuado, y porque tiene
asumido que
no hay personas o grupos de personas si no hay un
contexto físico (agua, tierra, aire, elementos vitales de la Naturaleza) y que
de nada sirve esta geografía o estructura física si no hay un hombre que la
estudie, la proteja, la potencie y la transformes, en este último caso, de
manera tal que se siga sirviendo para la vida de los que vendrán, y no solamente
los hijos y los nietos, sino losa descendientes de las demás especies, sin las
cuales el hombre no podría sobrevivir.
es interesandte este tema lo interesante tambien como se como los lideres aplastan los derechos humanos del 3er mundo. un tema muy delicado. solo para perpetuar la existencia de un mundo diferente al otro.
ResponderEliminarsabias q el alma pesa 21 gramos
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