viernes, 14 de septiembre de 2012

Immanuel Kant


El problema fundamental de la filosofía del siglo XX fue, por mucho, el problema de Hume, también conocido como el «problema de la inducción». Dicho de forma breve el problema de Hume señala que es imposible enunciar una ley a partir de un número finito de observaciones, y esto es precisamente lo que hace la ciencia, todo el tiempo, en todas partes. Como se ve desde la primera instancia el problema de Hume es tremendamente serio, no sólo para la ciencia sino para todas las esferas de la actividad humana. Bertrand Russell pensaba que, de ser indisoluble, el problema de Hume condenaba al fracaso cualquier intento de construir una sociedad racional.
Hacía mediados del siglo XVII el desarrollo de la filosofía postcartesiana tomó dos rumbos distintos: el empirismo, derivado del pensamiento de filósofos británicos y el idealismo continental. En cuanto concierne la experiencia privada, ambas líneas de pensamiento son subjetivistas. Aunque Locke había buscado establecer la relación lógica entre grupos de pensamientos y grupos de objetos, Hume había expuesto con claridad el problema de que la aparente lógica no era más que un hábito inconsciente que nos hacia ver una conclusión como verdadera, cuando en realidad sólo se trataba de la fuerza de la costumbre. Hume pone de relieve que las proposiciones lógica son independientes de los accidentes físicos y temporales; dos más dos son cuatro, no importa si sumamos en China o en Groenladia o en el siglo XIX o hace un millón de años. En las matemáticas es claro que existe una lógica establecida pero ¿cuál es la lógica que sustenta nuestras creencias cotidianas? Para ejemplificar éste estado de cosas tomaremos una sentencia expuesta repetidamente por el mismo Hume, esta es, «el pan nutre». La aparente verdad de ésta afirmación, nos dice Hume, radica en que muchas veces hemos comprobado que si estamos cansados y débiles ingerir pan nos permite recobrar las fuerzas.

Pero más allá de ésta sucesión de conexiones perceptuales no podemos vislumbrar por ningún lado, algún principio lógico que sustente nuestra idea de que el pan nutre. Podría suceder, por ejemplo, que tuviésemos una infección intestinal, en cuyo caso el pan no nutriría, o tal vez hemos comido de un modo tan copioso que, comiendo el pan al final, este no sería aprovechado y tampoco nutriría. A juicio de Hume, todo nuestro saber esta basado en estas afirmaciones en extremo ingenuas e irreflexivas, así, todo lo que podemos aspirara a conocer es una sucesión interminable de percepciones e ideas inconexas. Nótese la magnitud de la modificación que Hume introduce a la filosofía: hasta antes de él todos los filósofos, desde Tales hasta Berkeley, habían cuestionado el conocimiento humano, pero él es el primero que, escandalosamente, lo niega. Y no sólo eso: sus argumentos no son sólo ingeniosos, son en verdad sólidos.

El trabajo de Hume representa un punto muerto en la historia de la filosofía de las ciencias, aún ahora muchos filósofos, sobre todo franceses, consideran que con él concluye el anhelado sueño humano de descubrir las leyes generales del mundo por la vía racional. Gran parte de las diferentes corrientes irracionalistas modernas basan sus ideas en los trabajos de Hume. Esto es muy claro si consideramos que las conclusiones a las que llega Hume atentan contra el pilar fundamental de la ciencia: nada menos y nada más que la causalidad. Llevando las cosas al reductio ad absurdum, si Hume tiene razón y alguien afirma que el sol es azul, no hay posibilidad de refutarlo, podríamos ponernos de acuerdo y recluir a esa persona en un manicomio pero eso sería por una cuestión de fuerza bruta y mayorías, la razón no estaría en absoluto involucrada. ¡Y Hume decía todo esto algunas décadas después de que Newton había dado a la ciencia la solidez suficiente como para tomar posesión del trono europeo! Y es que la obra de Hume posee un contexto histórico que la hace aún más difícil de aceptar por parte de sus prójimos, el cual es importante de conocer.

El año de 1689 marca el inicio de la era de la ciencia, ese año se publica Philosophiae naturalis principia mathematica y después de ése libro en occidente nada sería igual. Si antes de su publicación la ciencia debía circunscribirse al poder religioso y civil para decir algo de importancia ahora la mecánica se invierte. Desde el siglo XVII la religión ha ido cediendo cada vez mayor terreno y un estado moderno no se entiende sino como científico.

Hacia mediados del siglo XVIII, un siglo después de la publicación de Philosophiae naturalis Newton tiene un gran número de admiradores por toda Europa. Entre ellos se encuentra un modesto profesor alemán, hijo de un obrero, cuya edad ya ronda el medio siglo y que ha escrito algunos interesantes libritos sobre Lo Bello y lo Sublime y otro sobre un gobierno mundial que podría evitar todas las guerras. Pareciera, por su edad, que su nombre ésta destinado a pasar a la historia de una manera segura pero humilde, más no será así, él aún no lo sabe pero escribirá un par de libros que lo convertirán en el filósofo más importante de los últimos dos mil años y todo ello por que le acaba de caer en las manos un volumen con el título Tratado sobre el conocimiento humano y aún cuando está leyendo sus primeros capítulos, éste profesor alemán de sólida educación clásica se encuentra ya muy preocupado.

Immanuel Kant nació en la ciudad alemana de Königsberg en 1724 y sólo Alemania pudo crear a alguien como él. Durante su infancia recibió una formación basada en la laboriosidad y el ascetismo. Durante su adolescencia y los primeros años de su juventud estudio teología pero no pudo resistir la tentación de dedicar su vida a su verdadero amor: la filosofía. Después de terminar su carrera en la Universidad de Königsberg se ganó la vida dando clases particulares a los aristócratas de la región y a los hijos de estos. En 1755 se le concedió la cátedra de filosofía en la universidad, puesto que no abandonó hasta su muerte en 1804.

Su bien Kant nunca fue demasiado riguroso en cuanto a permitirse algunos sencillos placeres, su vida estuvo regida por el trabajo, la soledad y la disciplina. La regularidad de sus hábitos llego a tal extremo que sus conciudadanos ponían al punto sus relojes al verlo pasar. Tomaba diariamente cuarenta diminutas tazas de café, nunca treinta nuevas ni cuarenta y una. Diariamente, a las cinco y media de la mañana su criado lo levantaba con un toque en la puerta de su cuarto y la frase "ya es la hora señor profesor", Kant, sin chistar, de inmediato se levantaba, tomaba su desayuno de té, pan y manteca y salia, aún con la luz de las estrellas en el cielo, hacia la universidad. Algo que le desagradaba profundamente era el hecho de sudar y desarrolló un método para recobrar cuanto antes su "sequedad" habitual si es que debía caminar en los días calurosos.

Fue un brillante conversador y podía mantener al público atento a su plática por largas horas por lo cual era invitado frecuente de todas las grandes fiestas de Königsberg. Por supuesto sus conversaciones iban más allá de la filosofía; había leído en latín y griego a todos los clásicos, y había puesto especial atención a uno de sus favoritos: Virgilio. Era liberal en política, en religión fue una especie de protestante gnóstico, apoyó a la revolución francesa. Cosa rara en un filósofo alemán, aborrecía los nacionalismo y nunca sintió un orgullo especial por el hecho de ser alemán. Hacia el final de su vida sus facultades menguaron pero su ciudad y sus conciudadanos se sentían orgullosos de él y recibió el más grande funeral que jamás se le hubiese dado a un filósofo.

A pesar de ser un miembro destacado del movimiento conocido como "Ilustración", la obra de Kant sirvió como fundamento para las filosofías idealistas y reaccionarias que lucharon precisamente contra el pensamiento ilustrado. Fichte, Schelling y Hegel no dejaron de vociferar toda su vida y cada cinco minutos que eran los herederos y continuadores naturales del pensamiento kantiano. De nada sirvieron las aclaraciones que el mismo Kant hizo en vida y los escritos que Schopenhauer pergeño para revelar a la opinión pública la falsedad de éstas afirmaciones. El estilo difícil de Kant lo condenó a que durante doscientos años se le considerará el padre del idealismo alemán. En realidad sería hasta inicios del siglo XX cuando surgirían los continuadores de la obra de Kant, en personas como Russell, Gödel, Frege, y Popper.

Como ya dijimos Kant era un admirador de la obra de Newton. Pensaba que era la cosa más grande que jamás hubiese hecho el ser humano y encontraba en ella una gran fuerza estimulante para el intelecto. Para Kant los Principia Mathematica de Newton eran una muestra de lo que el hombre puede ser capaz de hacer si se acerca al mundo con un espíritu libre de dogmatismos.

La obra de Newton comprobaba de una manera lacónica, que el ser humano puede interrogar al mundo y aspirar a encontrar respuestas verdaderas. Para alguien como Kant, —que experimentaba el conocimiento como una vivencia intensa y personal— la obra de Newton aportaba tranquilidad, intensidad y confianza. Era todo un nuevo amanecer. Es por esto que nadie como Kant se percató del peligro que representaba El tratado de Hume; pues héte aquí que con lógica implacable, un escocés afirmaba que la obra de Newton era una ilusión, una colección de percepciones inconexas, el hombre, por tanto, sólo era un simio condenado irremisiblemente a la obscuridad y a la fe ciega en Dios. No hay que culpar a Kant por rechazar estas repugnantes conclusiones.

La respuesta a Hume fue la Crítica de la razón pura (1781). En ese libro, Kant realizó una "revolución copernicana" del conocimiento, si nos atenemos a sus propias palabras.

Los empiristas británicos habían explicado los conceptos a través de las experiencia concreta de los seres en el mundo, Kant invirtió las cosas e intento explicar -a mi juicio con éxito-- la experiencia del mundo a través de los conceptos. Este cambio propuesto por Kant ha tenido una vasta repercusión en las teorías filosóficas y psicológicas modernas debido a lo cual intentaremos verla más en detalle.

Al igual que Locke o Hume Kant acepta que el conocimiento deriva de la experiencia, sin embargo agrega un condicional importante que es la forma de la experiencia. Con forma Kant se refiere a cómo las percepciones se acomodan. A juicio de Kant las percepciones sea amoldan a un grupo de parámetros de tiempo y espacio. A su vez, estos parámetros no están determinados por la experiencia sino que son parte constitutivas del cerebro humano, el recién nacido las posee y maduran por sí mismas con la edad.

De modo que según Kant los triángulos, cuadrados, el calor, el frío, el olor de las manzanas, la música y todos los demás objetos que percibimos no existen por si mismos sino que existen por que nuestro cerebro las organiza y las presenta a nuestra experiencia inmediata como todas esas cosas. Pero si los objetos no son como creemos que son qué es lo que está detrás de ellos. Kant dice que nunca podremos saberlo pues nosotros vivimos en un mundo de tiempo y espacio establecidos y ni siquiera podríamos imaginar un mundo sin ellos, por lo cual nunca podremos conocer qué es lo que causa mi percepción de la manzana o el sabor de la sal. A este mundo de cosas incognoscibles Kant lo llama el mundo de las cosas-en-si el cual está poblado por noumenas, los causantes de mis percepciones o fenómenos.

Los moldes por los cuales el cerebro acomoda las percepciones son llamados categorías. Kant sigue después a Aristóteles y declara que el conocimiento es de naturaleza proposicional por lo cual las categorías son categorías proposicionales. Esto es importante pues ahora la cuestión se centra en deducir la naturaleza de las categorías y puesto que son proposiciones deben seguir ese tipo de lógica.

Las proposiciones poseen sujeto y predicado. Teniendo esto en cuenta, las proposiciones pueden dividirse en dos grandes grupos, aquellas en las que el predicado ya está presente en el sujeto y aquellas en las que esto no sucede. Por ejemplo, "la línea es la distancia más corta entre dos puntos" pertenece al primer grupo pues de hecho esta es la definición de "línea". Tales proposiciones se llaman analíticas pues de su análisis se puede derivar su verdad. Por otro lado la proposición "todos los planetas irradian luz" es sintética pues la condición de ser planeta no implica que se irradia luz, de su análisis no se obtiene ningún juicio, este tipo de proposiciones pueden ser negada sin contradicción.

Además de ser analíticas y sintéticas, las proposiciones pueden ser a priori y a posteriori. La proposición que puede ser juzgada sin experiencia es llamada a priori, por ejemplo "la suma de tres octavos es igual a la suma de seis dieciseisavos" es una proposición a priori pues sabemos que es cierta sin necesidad de ninguna otra experiencia. En cambio la proposición "la suma de tres octavos es igual a una quinta parte de lo que ayer tome" es una proposición a posteriori. Lo interesante en Kant es que estas categorías se entrecruzan. Hume y el resto de los empiristas habían tomado estos dos tipos de clasificación como una sola, considerando que eran iguales. Para Hume lo analítico sería a priori y lo sintético a posteriori. Kant acepta la primera pero no la segunda correlación.

Lo importante aquí, es que Kant afirma que puede haber proposiciones sintéticas a priori, el objetivo de la Crítica es demostrar cómo es posible esto. Kant utiliza a las matemáticas pues a su juicio ellas mismas son proposiciones sintéticas apriorísticas. Con un ejemplo que muestra bellamente la continuidad histórica de la filosofía, Kant usa un ejemplo sin duda extraído del Teeteto de Platón: la proposición 5+7=12. Ésta proposición es a priori pues no se deriva de la experiencia pero también es sintética pues el concepto de doce no está contenido ni en el 5 ni en el 7 ni en la adición. Con este ejemplo Kant sostiene que las matemáticas son a priori y son sintéticas.

Comprobado éste hecho Kant se lanza al punto neurálgico de su teoría del conocimiento, a saber, la causalidad. Hume teniendo en mente sólo a las percepciones y las ideas había búsqueda sin éxito una conexión necesaria entre ellas. Kant cree que la causalidad es otro tipo de proposición sintética y a priori, que ciertamente como asegura Hume, no requiere de la experiencia, pero tampoco está construida por azares perceptuales externos. La causalidad tiene su origen en un principio cognitivo endógeno. No es conocimiento por si mismo, pero es una conditio sine qua non para que el conocimiento se produzca.

Las categorías cantidad, cualidad, relación y modalidad son ampliamente desarrolladas en al Crítica. De éstas categorías se pueden derivar a su vez subcategorías con diferentes propiedades, el desarrollo es demasiado extenso como para exponerlo aquí, baste decir que el análisis que hace Kant de las estructuras inferibles taravés de la lógica del proceso cognitivo aún arrioja poderosda luz sobre la psicología moderna. De hecho El nacimiento del símbolo en el niño de Piaget puede entenderse como una aproximación psicológica a las categorías cognitivas desarrollas en la Crítica.

Habiendo desarrollado la lista de las categorías y sus propiedades, Kant pasa a demostrar que sin categorías es imposible tener ninguna clase de experiencia comunicable. De éste modo, las percepciones inmediatas que obtenemos del mundo han ser procesadas y refinadas por el cerebro antes de integrarse a nuestra memoria. Kant, adelantándose un siglo a la psicología experimental, hace una diferencia muy clara entre sensación y percepción. La percepción es el impacto de la cosa en sí en nuestros órganos encargados de percibir, las percepciones en una fracción de segundo, son organizadas por el entendimiento y entregadas a nuestra conciencia que emite un juicio sobre ellas. El juicio puede ser rojo, azul, agrio, agradable, armónico, ruidoso, verdadero, falso, etc. A este respecto, la diferencia entre la filosofía de Hume y la de Kant es notable; mientras en la filosofía de Hume el entendimiento y la conciencia no pasan de ser meros agujeros por los que pasan las percepciones, en Kant ellos juegan un papel fundamental y mucho más activo, estas ideas de Kant son la base de la moderna psicología constructivista. Esto en cuanto a la percepción y el entendimiento, en cuanto a la razón aquí es donde se da la "revolución copernicana" señalada más arriba pues la razón no sólo ve un flujo interminable de ideas y percepciones sino que, organizadas por las categorías, estas ideas y percepciones pueden ser integradas por la razón de modo que conformen hipótesis sobre el mundo, o para decirlo en palabras del mismo Kant: "Nuestro intelecto no extrae las leyes del mudo físico, sino que se las impone".

Al destacar el papel activo del observador en el mundo Kant no sólo sobre la filosofía sino también sobre el desarrollo de la psicología. El impacto que Kant ha tenido sobre las teorías psicológicas es enorme aunque indirecto, la mayoría de las concepciones de Kant nos llegan por las obras de Karl Marx y Ernest Mach pero sobre todo por Hegel. La filosofía de Kant convierte a todo ser humano en un teórico del mundo, en un gran y activo constructor de teorías. Sería exagerado afirmar que Kant construyo la moderna teoría de la ciencia pero sin duda siempre quedará la pregunta de qué hubiese pasado si Kant no hubiese escrito la Crítica, si las preguntas de Hume hubiesen quedado sin respuesta por siglos, quizá ahora sería un lugar común afirmar que la intuición y la pasión son las grandes fuentes de conocimiento, si ese fuera el caso el mundo actual no existiría. Por su puesto, esto es pura especulación. Kant no sólo dio una respuesta sino que nos mostró que la búsqueda de la verdad basada en la razón es capaz de proporcionar una vida tan plena y espiritualmente rica como la basada en la fe o en el arte. La única condición es quitar al conocimiento su somnífera envoltura académica y convertirlo en una en una aventura personal, que debe abarcar toda la vida. Ya lo decía el apasionado Schopenhauer Ars longa, vita brevis, "el arte es amplio y la vida breve".

Lincografias


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