El problema fundamental de la filosofía del siglo XX fue, por mucho, el
problema de Hume, también conocido como el «problema de la inducción». Dicho de
forma breve el problema de Hume señala que es imposible enunciar una ley a
partir de un número finito de observaciones, y esto es precisamente lo que hace
la ciencia, todo el tiempo, en todas partes. Como se ve desde la primera
instancia el problema de Hume es tremendamente serio, no sólo para la ciencia
sino para todas las esferas de la actividad humana. Bertrand Russell pensaba
que, de ser indisoluble, el problema de Hume condenaba al fracaso cualquier
intento de construir una sociedad racional.
Hacía mediados del siglo XVII el desarrollo de la filosofía
postcartesiana tomó dos rumbos distintos: el empirismo, derivado del
pensamiento de filósofos británicos y el idealismo continental. En cuanto
concierne la experiencia privada, ambas líneas de pensamiento son
subjetivistas. Aunque Locke había buscado establecer la relación lógica entre
grupos de pensamientos y grupos de objetos, Hume había expuesto con claridad el
problema de que la aparente lógica no era más que un hábito inconsciente que
nos hacia ver una conclusión como verdadera, cuando en realidad sólo se trataba
de la fuerza de la costumbre. Hume pone de relieve que las proposiciones lógica
son independientes de los accidentes físicos y temporales; dos más dos son
cuatro, no importa si sumamos en China o en Groenladia o en el siglo XIX o hace
un millón de años. En las matemáticas es claro que existe una lógica
establecida pero ¿cuál es la lógica que sustenta nuestras creencias cotidianas?
Para ejemplificar éste estado de cosas tomaremos una sentencia expuesta
repetidamente por el mismo Hume, esta es, «el pan nutre». La aparente verdad de
ésta afirmación, nos dice Hume, radica en que muchas veces hemos comprobado que
si estamos cansados y débiles ingerir pan nos permite recobrar las fuerzas.
Pero más allá de ésta sucesión de conexiones perceptuales no podemos
vislumbrar por ningún lado, algún principio lógico que sustente nuestra idea de
que el pan nutre. Podría suceder, por ejemplo, que tuviésemos una infección
intestinal, en cuyo caso el pan no nutriría, o tal vez hemos comido de un modo
tan copioso que, comiendo el pan al final, este no sería aprovechado y tampoco
nutriría. A juicio de Hume, todo nuestro saber esta basado en estas
afirmaciones en extremo ingenuas e irreflexivas, así, todo lo que podemos
aspirara a conocer es una sucesión interminable de percepciones e ideas
inconexas. Nótese la magnitud de la modificación que Hume introduce a la filosofía:
hasta antes de él todos los filósofos, desde Tales hasta Berkeley, habían
cuestionado el conocimiento humano, pero él es el primero que,
escandalosamente, lo niega. Y no sólo eso: sus argumentos no son sólo
ingeniosos, son en verdad sólidos.
El trabajo de Hume representa un punto muerto en la historia de la
filosofía de las ciencias, aún ahora muchos filósofos, sobre todo franceses,
consideran que con él concluye el anhelado sueño humano de descubrir las leyes
generales del mundo por la vía racional. Gran parte de las diferentes
corrientes irracionalistas modernas basan sus ideas en los trabajos de Hume.
Esto es muy claro si consideramos que las conclusiones a las que llega Hume
atentan contra el pilar fundamental de la ciencia: nada menos y nada más que la
causalidad. Llevando las cosas al reductio ad absurdum, si Hume tiene
razón y alguien afirma que el sol es azul, no hay posibilidad de refutarlo,
podríamos ponernos de acuerdo y recluir a esa persona en un manicomio pero eso
sería por una cuestión de fuerza bruta y mayorías, la razón no estaría en
absoluto involucrada. ¡Y Hume decía todo esto algunas décadas después de que
Newton había dado a la ciencia la solidez suficiente como para tomar posesión
del trono europeo! Y es que la obra de Hume posee un contexto histórico que la
hace aún más difícil de aceptar por parte de sus prójimos, el cual es
importante de conocer.
El año de 1689 marca el inicio de la era de la ciencia, ese año se
publica Philosophiae naturalis principia mathematica y después de ése
libro en occidente nada sería igual. Si antes de su publicación la ciencia
debía circunscribirse al poder religioso y civil para decir algo de
importancia ahora la mecánica se invierte. Desde el siglo XVII la religión ha
ido cediendo cada vez mayor terreno y un estado moderno no se entiende sino
como científico.
Hacia mediados del siglo XVIII, un siglo después de la publicación de Philosophiae
naturalis Newton tiene un gran número de admiradores por toda Europa. Entre
ellos se encuentra un modesto profesor alemán, hijo de un obrero, cuya edad ya
ronda el medio siglo y que ha escrito algunos interesantes libritos sobre Lo
Bello y lo Sublime y otro sobre un gobierno mundial que podría evitar todas
las guerras. Pareciera, por su edad, que su nombre ésta destinado a pasar a la
historia de una manera segura pero humilde, más no será así, él aún no lo sabe
pero escribirá un par de libros que lo convertirán en el filósofo más
importante de los últimos dos mil años y todo ello por que le acaba de caer en
las manos un volumen con el título Tratado sobre el conocimiento humano
y aún cuando está leyendo sus primeros capítulos, éste profesor alemán de
sólida educación clásica se encuentra ya muy preocupado.
Immanuel Kant nació en la ciudad alemana de Königsberg en 1724 y sólo
Alemania pudo crear a alguien como él. Durante su infancia recibió una
formación basada en la laboriosidad y el ascetismo. Durante su adolescencia y
los primeros años de su juventud estudio teología pero no pudo resistir la
tentación de dedicar su vida a su verdadero amor: la filosofía. Después de
terminar su carrera en la Universidad de Königsberg se ganó la vida dando clases
particulares a los aristócratas de la región y a los hijos de estos. En 1755 se
le concedió la cátedra de filosofía en la universidad, puesto que no abandonó
hasta su muerte en 1804.
Su bien Kant nunca fue demasiado riguroso en cuanto a permitirse algunos
sencillos placeres, su vida estuvo regida por el trabajo, la soledad y la
disciplina. La regularidad de sus hábitos llego a tal extremo que sus
conciudadanos ponían al punto sus relojes al verlo pasar. Tomaba diariamente
cuarenta diminutas tazas de café, nunca treinta nuevas ni cuarenta y una.
Diariamente, a las cinco y media de la mañana su criado lo levantaba con un
toque en la puerta de su cuarto y la frase "ya es la hora señor
profesor", Kant, sin chistar, de inmediato se levantaba, tomaba su desayuno
de té, pan y manteca y salia, aún con la luz de las estrellas en el cielo,
hacia la universidad. Algo que le desagradaba profundamente era el hecho de
sudar y desarrolló un método para recobrar cuanto antes su "sequedad"
habitual si es que debía caminar en los días calurosos.
Fue un brillante conversador y podía mantener al público atento a su
plática por largas horas por lo cual era invitado frecuente de todas las
grandes fiestas de Königsberg. Por supuesto sus conversaciones iban más allá de
la filosofía; había leído en latín y griego a todos los clásicos, y había
puesto especial atención a uno de sus favoritos: Virgilio. Era liberal en
política, en religión fue una especie de protestante gnóstico, apoyó a la
revolución francesa. Cosa rara en un filósofo alemán, aborrecía los nacionalismo y nunca sintió un orgullo especial por el hecho de ser
alemán. Hacia el final de su vida sus facultades menguaron pero su ciudad y sus
conciudadanos se sentían orgullosos de él y recibió el más grande funeral que
jamás se le hubiese dado a un filósofo.
A pesar de ser un miembro destacado del movimiento conocido como
"Ilustración", la obra de Kant sirvió como fundamento para las
filosofías idealistas y reaccionarias que lucharon precisamente contra el
pensamiento ilustrado. Fichte, Schelling y Hegel no dejaron de vociferar toda
su vida y cada cinco minutos que eran los herederos y continuadores naturales
del pensamiento kantiano. De nada sirvieron las aclaraciones que el mismo Kant
hizo en vida y los escritos que Schopenhauer pergeño para revelar a la opinión
pública la falsedad de éstas afirmaciones. El estilo difícil de Kant lo condenó
a que durante doscientos años se le considerará el padre del idealismo alemán.
En realidad sería hasta inicios del siglo XX cuando surgirían los continuadores
de la obra de Kant, en personas como Russell, Gödel, Frege, y Popper.
Como ya dijimos Kant era un admirador de la obra de Newton. Pensaba que
era la cosa más grande que jamás hubiese hecho el ser humano y encontraba en
ella una gran fuerza estimulante para el intelecto. Para Kant los Principia
Mathematica de Newton eran una muestra de lo que el hombre puede ser capaz
de hacer si se acerca al mundo con un espíritu libre de dogmatismos.
La obra de Newton comprobaba de una manera lacónica, que el ser humano
puede interrogar al mundo y aspirar a encontrar respuestas verdaderas. Para
alguien como Kant, —que experimentaba el conocimiento como una vivencia intensa
y personal— la obra de Newton aportaba tranquilidad, intensidad y confianza. Era
todo un nuevo amanecer. Es por esto que nadie como Kant se percató del peligro
que representaba El tratado de Hume; pues héte aquí que con lógica
implacable, un escocés afirmaba que la obra de Newton era una ilusión, una
colección de percepciones inconexas, el hombre, por tanto, sólo era un simio
condenado irremisiblemente a la obscuridad y a la fe ciega en Dios. No hay que
culpar a Kant por rechazar estas repugnantes conclusiones.
La respuesta a Hume fue la Crítica de la razón pura (1781). En
ese libro, Kant realizó una "revolución copernicana" del
conocimiento, si nos atenemos a sus propias palabras.
Los empiristas británicos habían explicado los conceptos a través de las
experiencia concreta de los seres en el mundo, Kant invirtió las cosas e intento
explicar -a mi juicio con éxito-- la experiencia del mundo a través de los
conceptos. Este cambio propuesto por Kant ha tenido una vasta repercusión en
las teorías filosóficas y psicológicas modernas debido a lo cual intentaremos
verla más en detalle.
Al igual que Locke o Hume Kant acepta que el conocimiento deriva de la
experiencia, sin embargo agrega un condicional importante que es la forma
de la experiencia. Con forma Kant se refiere a cómo las percepciones se
acomodan. A juicio de Kant las percepciones sea amoldan a un grupo de
parámetros de tiempo y espacio. A su vez, estos parámetros no están
determinados por la experiencia sino que son parte constitutivas del cerebro
humano, el recién nacido las posee y maduran por sí mismas con la edad.
De modo que según Kant los triángulos, cuadrados, el calor, el frío, el
olor de las manzanas, la música y todos los demás objetos que percibimos no
existen por si mismos sino que existen por que nuestro cerebro las organiza y
las presenta a nuestra experiencia inmediata como todas esas cosas. Pero si los
objetos no son como creemos que son qué es lo que está detrás de ellos. Kant
dice que nunca podremos saberlo pues nosotros vivimos en un mundo de tiempo y
espacio establecidos y ni siquiera podríamos imaginar un mundo sin ellos, por
lo cual nunca podremos conocer qué es lo que causa mi percepción de la manzana
o el sabor de la sal. A este mundo de cosas incognoscibles Kant lo llama el
mundo de las cosas-en-si el cual está poblado por noumenas, los
causantes de mis percepciones o fenómenos.
Los moldes por los cuales el cerebro acomoda las percepciones son
llamados categorías. Kant sigue después a Aristóteles y declara que el
conocimiento es de naturaleza proposicional por lo cual las categorías son
categorías proposicionales. Esto es importante pues ahora la cuestión se centra
en deducir la naturaleza de las categorías y puesto que son proposiciones deben
seguir ese tipo de lógica.
Las proposiciones poseen sujeto y predicado. Teniendo esto en cuenta,
las proposiciones pueden dividirse en dos grandes grupos, aquellas en las que
el predicado ya está presente en el sujeto y aquellas en las que esto no
sucede. Por ejemplo, "la línea es la distancia más corta entre dos
puntos" pertenece al primer grupo pues de hecho esta es la definición de
"línea". Tales proposiciones se llaman analíticas pues de su análisis
se puede derivar su verdad. Por otro lado la proposición "todos los
planetas irradian luz" es sintética pues la condición de ser planeta no
implica que se irradia luz, de su análisis no se obtiene ningún juicio, este
tipo de proposiciones pueden ser negada sin contradicción.
Además de ser analíticas y sintéticas, las proposiciones pueden ser a
priori y a posteriori. La proposición que puede ser juzgada sin experiencia
es llamada a priori, por ejemplo "la suma de tres octavos es igual a la
suma de seis dieciseisavos" es una proposición a priori pues sabemos que
es cierta sin necesidad de ninguna otra experiencia. En cambio la proposición
"la suma de tres octavos es igual a una quinta parte de lo que ayer
tome" es una proposición a posteriori. Lo interesante en Kant es que estas
categorías se entrecruzan. Hume y el resto de los empiristas habían tomado
estos dos tipos de clasificación como una sola, considerando que eran iguales.
Para Hume lo analítico sería a priori y lo sintético a posteriori. Kant acepta
la primera pero no la segunda correlación.
Lo importante aquí, es que Kant afirma que puede haber proposiciones
sintéticas a priori, el objetivo de la Crítica es demostrar cómo es
posible esto. Kant utiliza a las matemáticas pues a su juicio ellas mismas son
proposiciones sintéticas apriorísticas. Con un ejemplo que muestra bellamente
la continuidad histórica de la filosofía, Kant usa un ejemplo sin duda extraído
del Teeteto de Platón: la proposición 5+7=12. Ésta proposición es a
priori pues no se deriva de la experiencia pero también es sintética pues el
concepto de doce no está contenido ni en el 5 ni en el 7 ni en la adición. Con
este ejemplo Kant sostiene que las matemáticas son a priori y son sintéticas.
Comprobado éste hecho Kant se lanza al punto neurálgico de su teoría del
conocimiento, a saber, la causalidad. Hume teniendo en mente sólo a las
percepciones y las ideas había búsqueda sin éxito una conexión necesaria entre
ellas. Kant cree que la causalidad es otro tipo de proposición sintética y a
priori, que ciertamente como asegura Hume, no requiere de la experiencia, pero
tampoco está construida por azares perceptuales externos. La causalidad tiene su
origen en un principio cognitivo endógeno. No es conocimiento por si mismo,
pero es una conditio sine qua non para que el conocimiento se produzca.
Las categorías cantidad, cualidad, relación y modalidad son ampliamente
desarrolladas en al Crítica. De éstas categorías se pueden derivar a su vez
subcategorías con diferentes propiedades, el desarrollo es demasiado extenso
como para exponerlo aquí, baste decir que el análisis que hace Kant de las
estructuras inferibles taravés de la lógica del proceso cognitivo aún arrioja
poderosda luz sobre la psicología moderna. De hecho El nacimiento del
símbolo en el niño de Piaget puede entenderse como una aproximación
psicológica a las categorías cognitivas desarrollas en la Crítica.
Habiendo desarrollado la lista de las categorías y sus propiedades, Kant
pasa a demostrar que sin categorías es imposible tener ninguna clase de
experiencia comunicable. De éste modo, las percepciones inmediatas que
obtenemos del mundo han ser procesadas y refinadas por el cerebro antes de
integrarse a nuestra memoria. Kant, adelantándose un siglo a la psicología
experimental, hace una diferencia muy clara entre sensación y percepción. La
percepción es el impacto de la cosa en sí en nuestros órganos encargados de
percibir, las percepciones en una fracción de segundo, son organizadas por el
entendimiento y entregadas a nuestra conciencia que emite un juicio sobre
ellas. El juicio puede ser rojo, azul, agrio, agradable, armónico, ruidoso,
verdadero, falso, etc. A este respecto, la diferencia entre la filosofía de
Hume y la de Kant es notable; mientras en la filosofía de Hume el entendimiento
y la conciencia no pasan de ser meros agujeros por los que pasan las
percepciones, en Kant ellos juegan un papel fundamental y mucho más activo,
estas ideas de Kant son la base de la moderna psicología constructivista. Esto
en cuanto a la percepción y el entendimiento, en cuanto a la razón aquí es
donde se da la "revolución copernicana" señalada más arriba pues la
razón no sólo ve un flujo interminable de ideas y percepciones sino que,
organizadas por las categorías, estas ideas y percepciones pueden ser
integradas por la razón de modo que conformen hipótesis sobre el mundo, o para
decirlo en palabras del mismo Kant: "Nuestro intelecto no extrae las leyes
del mudo físico, sino que se las impone".
Al destacar el papel activo del observador en el mundo Kant no sólo
sobre la filosofía sino también sobre el desarrollo de la psicología. El
impacto que Kant ha tenido sobre las teorías psicológicas es enorme aunque
indirecto, la mayoría de las concepciones de Kant nos llegan por las obras de
Karl Marx y Ernest Mach pero sobre todo por Hegel. La filosofía de Kant
convierte a todo ser humano en un teórico del mundo, en un gran y activo
constructor de teorías. Sería exagerado afirmar que Kant construyo la moderna
teoría de la ciencia pero sin duda siempre quedará la pregunta de qué hubiese
pasado si Kant no hubiese escrito la Crítica, si las preguntas de Hume
hubiesen quedado sin respuesta por siglos, quizá ahora sería un lugar común
afirmar que la intuición y la pasión son las grandes fuentes de conocimiento,
si ese fuera el caso el mundo actual no existiría. Por su puesto, esto es pura
especulación. Kant no sólo dio una respuesta sino que nos mostró que la
búsqueda de la verdad basada en la razón es capaz de proporcionar una vida tan
plena y espiritualmente rica como la basada en la fe o en el arte. La única
condición es quitar al conocimiento su somnífera envoltura académica y
convertirlo en una en una aventura personal, que debe abarcar toda la vida. Ya
lo decía el apasionado Schopenhauer Ars longa, vita brevis, "el
arte es amplio y la vida breve".
Lincografias
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